
Artículo enviado por elquesomecanico (04/01/09):
Tarde-noche lluviosa en Albacete para recibir al Zaragoza en un encuentro que se antojaba desigual a priori. Si el Albacete ha confeccionado un equipo voluntarioso y con cierta dosis de calidad que aparece para tapar nuestras notables lagunas, el Zaragoza, con una plantilla digna de 1ª mira sin rubor hacia el ascenso como objetivo único para un club puesto en la obligación de reconciliarse con su historia.
No sorprende por tanto que el Zaragoza, bien colocado y confiado en su calidad embotellase al Albacete hasta el extremo de convertirnos en extraños en nuestro propio estadio, incapaces de pisar siquiera la otra mitad del terreno de juego mientras los aragoneses cargaban sobre nuestra nutrida defensa como quien juega contra un frontón. Así, durante largos minutos un Albacete impotente jugó el partido a empatar y en consecuencia, mereció perderlo.
Durante largos, muy largos minutos de la primera mitad el Albacete cometió casí en orden de lista la pléyade de errores que nos llevaron a coquetear con el descenso la pasada temporada: incapacidad para imponer el ritmo de partido, incapacidad para conectar con la delantera y pasmosa incapacidad para canalizar el juego por las bandas con un criterio aceptable o siquiera, con una mínima calidad.
Y no es de extrañar, Juan Ignacio es probablemente un buen entrenador, y debe ser realmente muy bueno para ser capaz de empatar un partido con Jiménez, Alex “triunfito” Pérez y Tarantino jugando a la vez en el mismo equipo. Somos unos sobraos, sí, habeis leído bien y lo grito por si dudais: ESTAMOS SOBRAOS. Le empatamos al Zaragoza incorporándonos al trabajo más tarde que nadie y porque ganarle al Zaragoza aún empachados de mazapán suena demasiado fácil sacamos de salida a Pérez y Jiménez. La próxima (propongo) jugaremos sin portero y con la media del Madrigueras. ¡Que se enteren los rivales! Ascender nos da la risa, a nosotros, lo que nos va, es el rollo duro, que para eso llevamos al “ingenioso hidalgo” en la camiseta.
Es absurdo especular sobre las razones de nuestro entrenador pues o ve cosas que nadie comprende, en cuyo caso es un inútil, o es un sagaz estratega que saca un equipo capado para que el rival se desgaste contra un frontón y después sacar a la artillería para rematar a un rival confiado. Si es así, ciertamente el Albacete no juega ni al ataque ni a la defensiva, juega al despiste, y desde luego funciona, a tenor del marcador. Ahora bien si ese es el plan, cabe recomendarle que no vuelva a intentarlo con Tarantino. Dejar a Alex Pérez botar los corners es, por sí solo, dar ya demasiada ventaja al rival.
Y es que, tras el baño de agua, el baño del Zaragoza y el 0-1 el panorama pintaba de lo más negro. Pero algo cambió, con Navas en el campo desde el 22 por lesión de Jiménez, y con Merino de salida por Alex Pérez el Albacete (por demás inferior) hizo al menos acto de presencia en el campo ¡a veces hace falta tan poco!
¿Se confió el Zaragoza ante la evidente falta de rival? Si es así JIM puede apuntarse un tanto a favor de su táctica “despiste total” que amenaza con ser la mayor revolución futbolera desde la invención del líbero. No remató el Zaragoza (y bien que pudo, ante un Jonathan que se sacó dos paradas de verdadero mérito) y el Alba, con algo de coraje, bandas operativas y un Ibón Gutiérrez notable, empezó a pisar campo zaragocista con más corazón que peligro.
Andaba el 0-3 más cerca que el 1-1, y Jonathan se acababa de ganar el sueldo y el puesto para mantenernos vivos cuando debutó Toché (emotivo abrazo de Belencoso para él en su debut, en un gesto que le honra, pues competencia por el puesto no debe significar enemistad). Su debut, en el plano técnico resultó pobre (tampoco el rival ni el juego desplegado por el Alba se prestaban a más); pero en el plano táctico, el hecho de fijar a un segundo marcador, comprometiendo a ambos centrales rivales en la defensa, representa un beneficio a veces invisible que acaso JIM debiera comprobar (al menos por aquello de probarlo todo) más a menudo. Ni por esas parecía el Albacete capaz hasta que apareció Merino, para hacer lo que Alex Pérez lleva dos años sin hacer: pelear el balón, ganarlo, correr con él, desconcertar a los rivales, meterse al área por puro coraje... y ganar un penalti. Merino lo recibió, Diego Costa, con su eficacia habitual, lo convirtió. El Zaragoza se vio burlado, e intentó hacer en cinco minutos lo que había dejado de hacer en cuarenta pero no hubo nada. El Albacete cargó con la furia del que resucita viéndose vencido y en el correcalles de los últimos minutos pudo haber pasado cualquier cosa, aunque todo quedó por ambos bandos, en intensidad más que en peligro.
1-1 en un partido que el Zaragoza no supo ganar y que el Albacete no quiso perder. Empate ante un rival superior, que cabe dar por bueno visto lo visto y cuya crónica cierro con un sentido deseo que es casi carta abierta a nuestro creativo mister: Juan Ignacio, por lo que más quieras, hemos comprobado ya tu capacidad como entrenador y en verdad que no dudamos de ella, eres el entrenador del año, de la década, del siglo; no es necesario que nos demuestres que puedes empatarle al Zaragoza con un once que pasaría apuros en el playoff de descenso a la segunda división de Andorra. ¿Que tal si ahora nos dedicamos a ganar partidos en plan convencional?
Foto: Francisco Martínez (El Día de Albacete)